Hay una serie de factores que limitan la corriente máxima que un dispositivo puede manejar. Estos incluyen la resistencia de CC, la corriente de pinch-off, la unión del cable y la disipación térmica. Algunas características, como tener una baja resistencia de CC, permitirán que un dispositivo maneje más corriente de la que podría tener, pero también puede ser útil de otras maneras. Por ejemplo, supongamos que uno está tratando de alimentar un dispositivo que requiere 50 amperios a un voltio (es decir, 50 vatios). Si uno estuviera usando un dispositivo con una resistencia interna de 0.01 ohmios, tendría que disipar 25 vatios al pasar de 50 amperios. Un TO-220 no tendría problemas para disipar 25 vatios, pero el dispositivo que requeriría 50 vatios requeriría 75 (de los cuales un tercio se desperdiciaría en el transistor). El uso de un transistor con una resistencia interna más baja reduciría la cantidad de energía desperdiciada en el transistor, lo que no es necesariamente un beneficio para el transistor (que se habría disipado felizmente 25 vatios todo el día) sino para lo que sea que suministre la energía.
Debido a que a menudo existe una correlación inversa entre la capacidad de manejo de la corriente y la resistencia interna, los transistores de silicio que pueden manejar corrientes más altas a menudo son útiles en situaciones que no necesitan altas corrientes pero sí una baja resistencia interna. En tales casos, no habría necesidad de construir la caja del transistor o los cables de unión de tal manera que manejen la disipación total de la corriente y la cabeza de la cual podría ser capaz el transistor, ya que la parte no se ejercería en ningún lugar cerca de aquellos límites.